Todos necesitamos un poco de diversión para relajarnos de las preocupaciones de la vida cotidiana. En todas las historias del ser humano, la música ha sido y es uno de los mecanismos para disfrutar y sentirse feliz. Por eso no es extraño que escojamos entre los artistas de moda, busquemos información sobre sus presentaciones y vayamos a un concierto.
Mucho más emocionante es si se trata de uno de aquellos que jamás pensamos que llegaría a presentarse en nuestro país. Acompaña a Inca Sumec en su incursión al mundo de los conciertos y descubre con él que debes tomar en cuenta al ir a uno de estos eventos.
Los días pasaban e Inca Sumec aprendía muchas cosas en poco tiempo. La televisión y la radio se habían vuelto dos compañeros importantes en su visita al Siglo XXI y, aunque aún no entendía muy bien el mecanismo que los hacía funcionar, no dejaba de maravillarse con la idea que de esas dos cajas, que parecían bendecidas por los Apus, podía darle acceso a tanta información.
Y fue justo en la televisión que vio con sorpresa la emoción que causaba la llegada de un caballero desde las lejanas tierras del Norte, desde un lugar llamado Reino Unido y cuya fama trascendía los tiempos. Recordemos que la única experiencia que nuestro amigo había tenido con la fama ocurrió cuando su padre fue nombrado Gran Cocinero del Imperio y pasaron unos días en el Cuzco, cerca al Inca, el único ser sobre la tierra que consideraba digno de alabanzas y vivas. Pero este caballero causaba los mismos efectos en los pobladores del mundo actual, así que era necesario ir a su encuentro.
Decidido a estar en el espectáculo, cambió una barra de oro para poder obtener dinero. Le habían dicho que necesitaba esos papeles llamados billetes para intercambiar cosas. Consiguió la entrada en una pequeña caseta de un supermercado -se había vuelto un experto en compras en estos establecimientos- y llegado el día, se sentía tan emocionado como todos los que irían al espectáculo.
La presentación estaba anunciada para las nueve de la noche pero llegó casi tres horas antes para ver cómo era todo desde el inicio. Cámara de fotos en mano (ya había comprado una) se detuvo a mirar a su alrededor y fue interceptado por un grupo de personas que recitaban a voz en cuello extrañas frase… "Tengo VIP", "¿Te sobra entrada? Compro, compro"... Muy extrañado decidió seguirlos y comprobó cómo la gente que no había conseguido el papelito de entrada lograba tener uno gracias a estos comerciantes. ¡Bien por ellos!, pensó inicialmente Inca Sumec, ¡Podrán estar cerca del Caballero del Norte!... Pero luego reflexionó... ¿Y si la entrada tenía algún problema? ¿El comprador podría buscar al comerciante para que lo ayude? ¿Cómo saber si la entrada era la correcta? Inca Sumec agradeció el haber tenido la suya desde antes. Solo así pudo comprobar que estaba todo en orden y reclamar en la misma tienda si se presentaba algún inconveniente.
Nuestro querido visitante dejó atrás a los revendedores de entradas y avanzó hacia los controles de seguridad, vio algunos hombres con rostro adusto que le recordaron a los guerreros del Inca. Descubrió que ellos eran los agentes de seguridad del concierto, quienes controlaban que la multitud de fanáticos del Caballero del Norte ingresaran de forma ordenada y verificando quiénes tenían entradas verdaderas y quiénes no. Felizmente, luego de una revisión rápida y de ubicar su zona de acceso al evento, nuestro amigo pudo ingresar a esa gran construcción de altos muros que le hacía recordar las paredes imponentes de Sacsayhuamán.
La hora había llegado. La gente deliraba como cuando Pachacutec regresaba de sus conquistas. Cámaras por todos lados, gente cantando y disfrutando de la melodía que emitían esas cajas con cuerdas que, luego supo que se llamaban guitarras.
El espectáculo duró casi tres horas, tal y como lo habían anunciado esas voces que salían de la radio y la televisión. El Caballero del Norte entonó canciones que hicieron delirar al público y, según le contaron, cumplió con presentar todas las que habían informado.
Todo fue perfecto. Tanto la salida como la entradada al concierto fueron ordenadas. Los hombres con cara adusta que ayudaron en el ingreso, ahora orientaban con luces para salir del estadio. El público seguía las indicaciones de los robustos sujetos y algunos espectadores esbozaban sonrisas de alegría por haber visto en vivo y en directo a uno de sus ídolos.
Inca Sumec aprendió mucho de la visita del Caballero del Norte. Aprendió que era mejor tener su entrada de acceso a tiempo para comprobar que todo estaba en orden. Fue buena idea llegar antes de la hora para poder ubicarse porque le contaron que algunos fanáticos llegaron tarde, se confundieron y entraron por las puertas incorrectas, por lo que ingresaron al concierto cuando el artista ya había empezado sus melódicas canciones.
¡Que tal noche! Inca Sumec empezaba a entender que en este nuevo mundo, no todo era trabajo y sacrificios. Al igual que en las fiestas que recordaba del Imperio Inca, los habitantes de estas tierras hoy también tenían espacios para relajarse y disfrutar de los artistas que venían a visitarlos y regalarles su música en un instante mágico.
Nuestro amigo también comprendió que ser un consumidor precavido en este tipo de situaciones era muy valioso. Entendió que, cumpliendo ciertas indicaciones mínimas, podía pasar momentos de diversión en otro de estos conciertos, siempre asegurándose de tener todo bajo control.
¿Y tú? ¿También vas a conciertos como nuestro amigo? ¿Te aseguras de comprar con anticipación tus entradas o prefieres comprarlas en los alrededores del evento? ¿Sigues las indicaciones del personal de seguridad y orientación?
¡Cuéntanos tu experiencia y así... únete a la experiencia PerúConsume!
0 comentarios:
Publicar un comentario