La comida ha sido siempre el reflejo de la cultura de un pueblo e Inca Sumec lo sabía muy bien. Durante sus días en el Imperio Inca disfrutaba de las celebraciones en las que podía degustar de todos los insumos que la tierra le ofrecía a él y a su familia. Era común ver grandes banquetes preparados por las mujeres del ayllu, a base de papa, quinua, camotres, frijoles y deleitarse con el delicioso sabor de la lúcuma o la chirimoya, siempre reunidos en comunidad.
Pero ahora, las cosas han cambiado y los habitantes del Siglo XXI comen fuera de casa la mayor parte del tiempo. Acompaña a Inca Sumec a descubrir los restaurantes de la ciudad y descubre con él las obligaciones que estos establecimientos tienen con los consumidores.
Inca Sumec provenía del único ayllu en el Incanato que era heredero de una tradición culinaria exquisita y milenarias. Sus padres, abuelos y todos sus ancestros habían formado parte del grupo de servidores que se encargaban de la alimentación de todas las Vírgenes del Sol y la familia del Inca. Su fama como expertos en la cocina había alcanzado los rincones más alejados de los cuatro suyos. Sin duda, habrían alcanzado también esa fama en nuestros días.
Con ese conocimiento ancestral, Inca Sumec se decidió a conocer qué hacían los herederos de la tradición culinaria incaica en estos días. Quería descubrir cómo ofrecían sus platos aquellos que, como sus padres y abuelos, estaban dedicados en el Perú de hoy a deleitar los paladares de quienes consumían sus exquisitos potajes.
Decidió salir a la calle y se encontró con un primer problema: elegir el lugar dónde comer era toda una ciencia, similar a la lectura de las estrellas o la predicción de las lluvias. Para él, fue una tarea casi titánica debido a la inmensa cantidad de locales que ofrecían alimentar a los habitantes de nuestro Perú.
Pero, ¿cómo decidir a qué lugar entrar? Su abuela le había contado alguna vez que el mejor plato no sólo era aquel que tenía el mejor sabor, sino aquel que era hecho con pasión. Con ese pensamiento en mente, salió a caminar por la ciudad pero pronto se dio con la sorpresa que los consumidores buscaban, entre otras características, una muy especial: el precio.
Inca Sumec descubrió que los consumidores ahora deciden a qué lugar acudir de acuerdo a cuánto pueden y quieren gastar. Aprendió que por eso los restaurantes colocaban en la puerta su lista de precios.
Era sólo cuestión de acercarse, leer qué se ofrecía y cuánto se debía pagar por ello. En esta lista todos los restaurantes se encontraban obligados a publicar sus precios a través de una nómina que debía estar ubicada al ingreso de cada lugar.
Inca Sumec comprendió que la información de la lista de precios ayudaba a los consumidores a elegir en qué lugar podían comprar los platos que querían. Algunos entraban a un gran restaurante cuyos platos eran de otras tierras, otros comían la riquísima comida tradicional que él recordaba como diaria, pero cada uno miraba la lista de precios antes de ingresar.
De esta manera, nuestro amigo entendió que la información era muy importante al momento de tomar una decisión de consumo y que el precio era un factor que influía en las elecciones que tomaban los peruanos.
Con ese pensamiento en mente, Inca Sumec decidió entrar a un restaurante que ofrecía algo denominado "comida novoandina". Intrigado, se acercó tímidamente a la lista de precios y vio con alegría que podía consumir tranquilamente y hasta tomar un delicioso pisco sour para acompañar su almuerzo.
¿Y tú, usas la lista de precios antes de ingresar a un restaurante? ¿Alguna vez has encontrado un establecimiento de comidas sin esta nómina?
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